sábado, 29 de octubre de 2011

Otro trocito

(…) “Una de las cosas malas que tengo es que nunca me ha importado perder nada. Cuando era niño, mi madre se enfadaba mucho conmigo. Hay tíos que se pasan días enteros buscando todo lo que pierden. A mí nada me importa lo bastante como para pasarme una hora buscándolo. Quizá por eso sea un poco cobarde. Aunque no es excusa, de verdad. No se debe ser cobarde en absoluto, ni poco ni mucho. Si llega el momento de romperle a uno la cara, hay que hacerlo. Lo que me pasa es que yo no sirvo para esas cosas. Prefiero tirar a un tío por la ventana o cortarle la cabeza a hachazos, que pegarle un puñetazo en la mandíbula. Me revientan los puñetazos. No me importa que me aticen de vez en cuando —aunque, naturalmente, tampoco me vuelve loco—, pero si se trata de una pelea a puñetazos lo que más me asusta es ver la cara del otro tío. Eso es lo malo. No me importaría pelear si tuviera los ojos vendados. Sé que es un tipo de cobardía bastante raro, la verdad, pero aun así es cobardía. No crean que me engaño”.

domingo, 16 de octubre de 2011

Gueorgui Pinkhassov




La cámara de fotos es como
el revólver de la ruleta rusa: derrepente se dispara y da en el blanco.


Gueorgui Pinkhassov




martes, 4 de octubre de 2011

Un trocito

Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños.Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy  al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adonde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso me gustaría hacer todo el tiempo.Vigilarlos.Yo sería el guardián entre el centeno.